No solo una relación de pareja levanta pasiones, el fútbol también lo hace. Cuando se profesa amor incondicional hacia unos colores, cuando uno equipo es parte importante del día a día, debe estar presente hasta en el enlace matrimonial. Y, en este caso, Mari Ángeles y Deme celebraron una boda bética.
Lo entendemos. En la grada, el fútbol es puro arrebato. Se puede cambiar de muchas cosas a lo largo de la vida, pero de equipo no.
Cómo se hace una boda bética
Ante todo, con mucha sutileza, discreción y buen gusto. No hablamos de convertir un salón tan bonito como El Cine en un estadio de fútbol, donde todo es albaroto, sino de utilizar a un equipo de fútbol como hilo conductor con mucha finura. ¿Cómo se hace? Reparando, claro, en los detalles.
Por ejemplo, en el mesero, que para una boda bética se configura con un tablón verde, emulando al césped, sobre el que se disponen camisetas verdiblancas que recogen un número (correspondiente a un jugador y a la mesa) con nombres de invitados.
Los detalles en color esperanza, precisamente, se dejaban ver por doquier: en el centro de mesa, acompañado nuevamente por el blanco que aportaba la paniculata. Junto a las flores, una camiseta bética para indicar a la vez el número de mesa y el nombre del jugador que la viste en cada jornada.
Ante todo, sabor
Lo que no debe variar, sea una boda bética o como los novios elijan, es el sabor. Nuestra tierra, rica en materia prima de primera calidad, lo tiene fácil a la hora de llenar la mesa. Así lo atestigüan, por ejemplo, los embutidos, como la sublime caña de lomo servida o el rico jamón dispuesto en el abanico más sabroso.
Suculencias, buen ambiente y ver una pareja feliz en su día eran las claves fundamentales para que disfrutaran del enlace todos los invitados. Incluidos los sevillistas.
Catering El Cine
La boda bética de Mari Ángeles y Deme