Ese momento de duda ante la pregunta «¿Vendría tu pareja?», que te hace un pariente allegado que se va a casar. Pedir a esa persona especial que te acompañe ante una boda familiar dependerá de varios factores. Conocerlos ayuda a decidir.
De acompañante a una boda familiar, ¿sí o no?
1. Más que el tiempo, importa el compromiso
Lo de marcarse un mínimo de tiempo de la relación para pasar al siguiente nivel, el que implica a la familia, puede ayudar. Pero no se trata de un número, sino del nivel de compromiso que tengáis. Si la relación es estable, si está consolidada, si lo hacéis todo juntos… ¿qué sentido tiene que no te acompañe solo porque no habéis alcanzado los seis meses?
2. Libertad ante todo
Una relación sana se basa en el poder de decisión que tiene cada miembro de la pareja. Cada cual es libre de empezar y terminar cuando quiera, al igual que puede marcar su propio ritmo y no hacer lo que no quiera. Lo primero, por lo tanto, es decidir si quieres invitar a la otra persona, pero lo segundo, en caso de que sí, es saber si quiere acompañarte.
Si cree que no es el momento, si prefiere una cita más íntima para conocer a la familia, si se va a sentir incómoda o si intuye que puede ser una molestia por la atención especial que necesitará (al no conocer a nadie), es normal que no quiera ir. Y hay que respetar su decisión.
3. Mirar el lado positivo…
El lado positivo de invitar a tu pareja a una boda familiar es que, en un solo día, se pueden hacer todas las presentaciones. Además, considerando el ambiente positivo y el buen humor que reinará ese día, puede ser el momento perfecto. Y, cuando termina la barra libre, llevará una primera idea bastante completa de cómo es tu familia.
4. …y el negativo
El negativo es saber que, si la relación termina, ella o él va a aparecer en las fotos del álbum.
Si no es un punto al que le deis importancia, ¡adelante! Haced lo que os apetezca hoy y, si es ir juntos, que mañana os quiten lo «bailao».
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¿Cuándo es el momento de llevar a tu pareja a una boda familiar?